viernes, 7 de abril de 2017

LAS TENTACIONES.

Examinando el proceso de la tentación del Señor, podremos comprender con qué profundidad hemos sido librados de la tentación. El enemigo en el origen se enfrentó al primer hombre, nuestro antepasado, por tres tentaciones: lo intentó por la glotonería, la vanagloria y la avaricia... Por la glotonería le mostró la fruta
prohibida del árbol y lo persuadió a comerla. Lo tentó por la vanagloria diciendo: Seréis como dioses. Y lo tentó también por la avaricia diciendo: Conoceréis el bien y el mal. En efecto, la avaricia no tiene solo por objeto el dinero, sino también los honores...
Pero cuando tentó al segundo Adán, los mismos medios que le habían servido para hacer caer al primer hombre vencieron al diablo. Lo tienta por la glotonería pidiéndole: Manda que estas piedras se conviertan en panes; lo tienta por la vanagloria diciéndole: Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo; lo tienta por el ávido deseo de honores, cuando le muestra todos los reinos del mundo y le dice: Todo esto te daré si, postrándote a mis pies, me adoras... Así, habiendo hecho prisionero al diablo, el segundo Adán lo expulsa de nuestros corazones por el mismo camino por donde había entrado. Hay otra cosa que debemos considerar en la tentación del Señor: se limitó a responder al diablo con los preceptos de la Escritura Santa. Lo hizo para damos ejemplo de su paciencia, e invitarnos así a recurrir a la enseñanza más que a la venganza.

San GREGORIO MAGNO
Nació en Roma; prefecto de su ciudad y monje después, fue papa desde el año 590. Es doctor de la Iglesia (540-604).

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