viernes, 19 de enero de 2018

BUSCAR EL PAN DE VIDA.


Yo soy el pan de vida. El que viene a mi no volverá a tener hambre; el que cree en mi nunca tendrá sed. Por dos veces el apóstol expresa aquí la plenitud, propia de la eternidad, donde nada nos faltará. Sin embargo, la Sabiduría dice: Los que me comen tendrán más ham­bre, los que me beben tendrán más sed. Cristo, la sabi­duría de Dios, no es un alimento para saciar nuestro deseo ya en esta vida, sino para encendernos en este deseo; cuanto más gustamos de su dulzura, tanto más se enciende nuestro deseo. Por esto, los que le comen tendrán más hambre hasta que llegue el momento de la hartura. Cuando su deseo sea colmado, ya no ten­drán ni hambre ni sed.

Los que me comen tendrán más hambre. Esta pala­bra se puede referir también al mundo futuro, porque hay en la plenitud eterna una especie de hambre que no procede de la necesidad, sino de la felicidad. La satisfacción en el cielo no conoce hartura ni el deseo conoce la ansiedad. Cristo, admirable en su belleza, es siempre deseado, los mismos ángeles desean contem­plarle. Así, pues, al mismo tiempo que le poseeremos lo desearemos; teniéndole lo buscaremos, según está escrito: Buscad su rostro sin descanso. En efecto, siem­pre buscamos a Aquel que amamos para estar con él para siempre.


San Balduino de Ford Abad cisteraense (t Ca. 1190).

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