viernes, 12 de enero de 2018

NO HAY QUE VOLVER SOBRE LOS PECADOS.


La esperanza en la misericordia inagotable de Dios nos sostiene en el tumulto de las pasiones y en la tem­pestad de las contrariedades. Con confianza, acudamos al sacramento de la penitencia donde el Señor nos espera en todo momento como un Padre de miseri­cordia. Es cierto que en su presencia somos conscien­tes de no merecer su perdón; pero no dudamos de su misericordia infinita. Olvidemos, pues, nuestros peca­dos como Dios los olvida antes que nosotros.
No hay que volver sobre ellos, ni con el pensamiento ni en la confesión, si ya los hemos confesado anterior­mente. Gracias a nuestro arrepentimiento sincero, el Señor los ha perdonado una vez por todas. Querer volver sobre ellos para quedar de nuevo absueltos o porque dudamos que nos hayan sido perdonados, ¿no sería una falta de confianza en la bondad divina? Si esto te puede dar algún alivio, puedes volver con tu pensa­miento sobre las ofensas contra la justicia de Dios, o su sabiduría, o su misericordia, pero únicamente para llo­rar lágrimas saludables de arrepentimiento y de amor.

San Pío de Pietrelcina
Capuchino italiano. Se le atribuyen hechos sobrenaturales: estigmas, curaciones, bilocaciones y lectura de conciencias de los fíeles que se confesaban con él (1887-1968).

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