martes, 30 de enero de 2018

LA FE NO ES UNA CONQUISTA.


 Nuestra fe no es una conquista, sino una aceptación. El afán de los héroes trágicos por penetrar en la mansión de los dioses se ha trocado en la sencilla tarea de abrir la puerta a un Niño que nos dice quiere habitar en nuestro corazón. Ese es el misterio de la Navidad. Dios mismo viene a ofrecernos la felicidad que ansiamos, y nos des­cubre que el amor que buscábamos está en él y que nos lo ofrece gratuitamente. ¿Cómo no llenarnos de alegría?
Belén nos enseña el misterio de la acogida que los pas­tores descubrieron en María y en José cuando llegaron al pesebre. Allí confirmaron lo que les había dicho el ángel, porque nunca habían visto unos rostros tan radiantes de amor y de dicha. Estos días nosotros queremos revivir la experiencia de la Navidad: abrir nuestros corazones a Jesús. Son corazones pobres, pero que le ofrecemos con todo nuestro cariño. Expresó santa Teresa: «Vos, Señor, venís a una posada tan ruin como la mía. Bendito seáis por siempre jamás»


David AMADO FERNÁNDEZ

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