martes, 16 de enero de 2018

LA LUZ BRILLA SOBRE LA TIERRA.



El día que hizo el Señor penetra todo, contiene todo, abarca a la vez cielo y tierra y abismos. Cristo, la luz ver­dadera, no se detiene ante los muros, ni se quebranta por los elementos, ni se oscurece ante las tinieblas. La luz de Cristo es día sin ocaso, día sin fin; por todas partes resplandece, por todas partes penetra, en todas partes permanece. Cristo es el día, según el apóstol: La noche está muy avanzada y el día se acerca. Comprende aquí que desde que la luz de Cristo aparece, las tinie­blas del diablo se dispersan y la noche del pecado se desvanece; el esplendor eterno echa fuera las sombras pasadas y cesa el progreso maléfico del mal.
La Escritura afirma que la luz de Cristo ilumina el cielo, la tierra y los abismos. Brilla sobre la tierra: Él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre. Brilla en los abismos: A los que habitan en tierra de sombras, una luz les brilló. Y en los cielos, permanece la luz de este día, como dice David: Su linaje será eterno; su trono, como el sol en mi presencia.
San Máximo de Turín Obispo de Turín;
 de este notable predicador se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).
 




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