jueves, 12 de abril de 2018

EL GRANO DE TRIGO MUERE, Y...


El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza. Esta pequeña semilla es para nosotros el sím­bolo de Jesucristo que, sepultado en la tierra del jar­dín, surgió poco después en su resurrección y se irguió como un gran árbol. Se puede decir que cuando murió fue como una pequeña semilla. Fue un grano de semi­lla por la humillación en la carne y un gran árbol por la glorificación en majestad. Fue un grano de semilla cuando se presentó ante nuestros ojos desfigurado, y un gran árbol cuando resucitó como el más bello de los hombres.

Las ramas de este árbol santo son los predicadores del evangelio, de los cuales nos dice un salmo: A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Los pájaros anidan en sus ramas cuando las almas de los justos se elevan por encima de las seduc­ciones de la tierra, y, apoyándose en sus alas de san­tidad, encuentran en las palabras de los predicadores del evangelio el consuelo que necesitan en las penas y fatigas de esta vida.

San Gregorio Magno

Nació en Roma; prefecto de su ciudad y monje después, fue papa desde el año 590.

Es doctor de la Iglesia (540-604).

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