martes, 3 de abril de 2018

HOY, HAY QUE MAGNIFESTAR NUESTRA FE

Orad sin cesar por los demás. Se puede esperar su arrepentimiento y que se vuelvan a Dios. Por lo menos, que vuestro ejemplo les enseñe el camino. A su cólera, oponed vuestra dulzura; a su arrogancia, vuestra humil­dad; a sus blasfemias, vuestra oración; a sus errores, la firmeza de vuestra fe; a su violencia, vuestra sereni­dad, procurando no hacer nada de lo que hacen ellos. Mostrémosles por nuestra bondad que somos sus her­manos. Intentemos imitar al Señor. ¿Quién ha sufrido la injusticia como él? ¿Quién fue despojado y rechazado como él? Que no se encuentre entre vosotros la hierba del diablo. ¡Permaneced en Cristo por una pureza y una templanza perfectas, de cuerpo y de espíritu!

He aquí que hemos llegado al final de los tiempos. Únicamente gracias a Cristo entraremos en la vida ver­dadera. Fuera de Cristo no hay nada que valga la pena. Nada supera la paz; triunfa de todos los asaltos que sufri­mos por parte de nuestros enemigos, sean del cielo o de la tierra... Hoy día ya no basta con confesar la fe, hay que manifestar hasta el final la fuerza que nos habita.


San Ignacio de Antioquía

Obispo de Antioquía, en Siria, donde sucede a san Pedro. Escribe siete admirables cartas a distintas Iglesias de camino a Roma, donde sufriría el martirio (t 107).

 

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