viernes, 17 de enero de 2014

" POR JESÚS CRISTO "


El requerimiento de Nuestro Señor de que oremos en su nombre tiene un gran significado. Podemos recordar al Padre celestial la promesa de su Hijo de que todo lo que se hiciere al más humilde de sus hermanos se lo hace a Él. Y podemos poner ante el Padre nuestras propias necesidades como si fueran las de Cristo mismo con toda verdad y con toda realidad. Podemos pedir cualquier gracia necesaria o auxiliar como si fuera para Cristo mismo porque las necesitamos con el fin de desarrollar su vida en nosotros.
Aún más: Cristo mismo pide por nosotros y con nosotros: si pedís al Padre cualquier cosa en mi nombre, Él os la concederá.  Así, ningún pecado, ninguna vergüenza nos deberá hacer vacilar en aproximarnos a Dios con la oración.
Si Jesucristo participa así en nuestras oraciones y obras, nosotros también participamos en las suyas. Con esto tenemos un principio que  puede ser de gran ayuda cuando estamos “paralizados” en la oración. Nuestra unión con Jesucristo es de tal índole que, mientras no la quebrantemos con una moción deliberadamente pecaminosa de nuestra voluntad, podemos siempre reclamar una parte de sus méritos y en las buenas obras que está realizando en todos los demás miembros de la Iglesia, pues somos todos un Cuerpo en Cristo.


Eugène BOYLAN.

1 comentario:

  1. Chantal, nosotros no oramos sólos, el Espíritu Santo ora en nosotros y por nosotros, se dirige al Padre con "gemidos inenarrables";y, Jesús es nuestro Intermediario. Nosotros somos indignos para elevar nuestras súplicas al Padre; es Jesús el que ora por nosotros: Recuerda su Oración Sacerdotal, aquel grito desgarrado con el que le suplicaba al Padre para que no perezca ninguno de cuántos creen en Él, sino que todos tengamos vida eterna. Palabras de Jesús que nos provocan el milagro de nuestra sanación: ¡Tenemos que amarnos!. Es esta una exigencia de vida que nos afecta a todos. Y, Jesús, en su radicalidad, no acepta seguidores fanáticos y ciegos, Él quiere hijos, hermanos,interlocutores...y, todos los días se ofrece como Víctima al Padre para pedirle que purifique nuestros corazones; que nos ilumine para que podamos encontrar la Paz, el Amor y la Unidad, porque no podemos seguir a Cristo si no somos UNO,y no podríamos ser UNO con el Padre, si no somos UNO con Jesucristo, como Jesús es UNO con el Padre.
    Nosotros, solo podemos orar al Padre desde nuestra pobreza,ofreciéndole los méritos de su Hijo. La Virgen también es buena Intercesora. Como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, participamos de la Oración de los Santos.

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