viernes, 8 de agosto de 2014

LA SIMULACIÓN Y EL DISIMULO.


 

Según santo Tomás de Aquino, la mentira es un abuso de las palabras, la simulación es la imitación externa de algo que no existe, el disimulo es esconder la realidad. Fingimos, por ejemplo, escuchar con atención y, mientras tanto, pensamos en nuestras cosas. O, al contrario, simulamos estar concentrado en nuestro trabajo para no evidenciar que escuchamos cada palabra del discurso del otro.

Simulación y disimulo son muy habituales en la vida. A veces son necesarios. Pero santo Tomás los juzga severamente. Dice: “Si se miente con la palabra o con cualquier acción” se comete la misma falta. “La virtud de la verdad exige que el hombre la exprese con los gestos exteriores tal y como sea”

De manera objetiva no se resuelve el problema de la simulación y el disimulo. La vida exige que nuestros sentimientos sean visibles o invisibles, según las circunstancias y las necesidades, de igual modo que abrimos o cerramos las cortinas de la ventana. Por el contrario, la falta de transparencia puede crear desconfianza, puede ser egoísta, maliciosa.

Una forma despreciable de simulación es la hipocresía. El hipócrita finge externamente ser honesto, servicial, religioso, santo, pero por dentro está lleno de malicia. Cristo compara dichas personas con “sepulcros blanqueados” que por fuera resplandecen pero por dentro están llenos de podredumbre. El hipócrita quiere mostrar apariencia de santidad pero en su interior cuida muy poco el progreso de su vida espiritual

 

Cardenal Tomás SPIDLÍK.

(1919  - 2010)

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