jueves, 30 de marzo de 2017

CAMINITO DE LA INFANCIA ESPIRITUAL.

La palabra de Dios tiene el poder de desestabilizarnos, en tanto que nos obliga a reconocer que no pode­mos sostenemos por nosotros mismos. De este modo, las exigencias del Señor siempre van más allá de lo que podría­mos con nuestras solas fuerzas. Jesús dice: Sed perfectos, como vuestro padre celestial es perfecto. Pero antes de pen­sar que hemos de llegar hasta Dios, hemos de ver que él ha venido hasta nosotros. Si nos pide una santidad como la suya es porque él ha asumido una humanidad como la nuestra. Nos llama a la perfección, pero haciéndonos hijos. Esa es la maravilla que hace que no podamos ver los mandamientos del Señor con temor, sino con inmensa confianza y alegría.

Esa fue la experiencia de santa Teresa de Lisieux y el des­cubrimiento del caminito de la infancia espiritual. Jesús nos pide que amemos a los enemigos cuando nos cuesta incluso amar a los que nos son cercanos, igual que santa Teresita se sentía incapaz de amar a todas sus compañeras de con­vento como Jesús las ama. ¿Dónde está la respuesta? En que somos hijos de Dios en Cristo. Por eso escribía santa Teresa: «Sí, lo sé, cuando soy caritativa, es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más unida estoy a él, más amo a todas mis hermanas».


DAVID AMADO FERNÁNDEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario