martes, 20 de febrero de 2018

JESÚS HA NACIDO PARA QUE LO CONOZCAN.


La intención de Dios no fue solamente bajar a la tie­rra, sino ser conocido en ella; no solo nacer, sino darse a conocer. De hecho, es en vistas a este conocimiento que nosotros celebramos la Epifanía, este gran día de su manifestación. Hoy, en efecto, los magos vinieron de Oriente buscando al Sol de Justicia en su aurora, este Sol de quien leemos: Aquí tenéis a un hombre que se llama Oriente. ¿Qué hacéis, magos? ¿Adoráis a un niño de pecho, en una vulgar choza, envuelto en man­tillas miserables? ¿Cómo es posible que unos sabios se hayan vuelto locos hasta el punto de adorar a un niño pequeño, despreciable tanto por su edad como por la pobreza de los suyos?

Sí, se han vuelto locos para llegar a ser sabios; el Espíritu Santo les ha enseñado por anticipado lo que más tarde proclamó el apóstol Pablo: Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces... Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Se prosterna­ron, pues, ante este pobre niño, rindiéndole homenaje como a rey, adorándole como a Dios. El que por fuera los guio a través de una estrella derramó su luz en el secreto de sus corazones.

San Bernardo

Nace en Dijon, Francia; fue monje cisterciense y gran autor espiritual. Es doctor de la Iglesia (1090-1153).

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