jueves, 6 de septiembre de 2018

CRISTO ESTÁ VIVO.


Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más. En efecto, si vino a la tierra, hasta entonces hecha prisión eterna, es para quebrar las puertas de bronce y romperlos cerrojos de hierro, para sacar nuestra vida de la corrupción atrayéndola a él, y darnos libertad allí donde había esclavitud. Si este plan de salvación no está todavía plenamente realizado, porque los hom­bres siguen muriendo y sus cuerpos son disgregados por la muerte, esto no debe ser motivo de increencia. Nosotros hemos recibido ya los primeros frutos de la promesa que se nos ha dado en la persona de aquel que es el primer nacido: Nos ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con él.
Alcanzaremos la plena realización de esta promesa cuando venga el tiempo fijado por el Padre, cuando nos despojemos de la infancia y lleguemos al estado del hombre perfecto. Porque el Padre ha querido que permanezca firme el don que nos ha hecho; el apóstol Pablo lo declaró, porque sabía bien que esta verdad lle­garía a todo el género humano por Cristo, quien trans­formará nuestros pobres cuerpos según la imagen de su cuerpo glorioso. Eso que Cristo ha realizado llevando al Padre su propia humanidad, prototipo de nuestra naturaleza, lo hará con toda la humanidad según su promesa: Cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.
San Anastasio de Antioquía
Monje palestino, obispo de Antioquía, amigo de san Gregorio Magno, murió mártir bajo el emperador Focas (t 598).


 

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