Esforcémonos en amar al Señor con el corazón de la Inmaculada, en
recibirlo con su corazón, en alabarle con las actitudes de ella. Es a través de
su corazón y de sus actitudes que alabamos al Señor Jesús. Si verdaderamente
es ella quien ama y glorifica a Jesús a través de nosotros, es que somos sus
instrumentos.
Ella sola nos va a enseñar a amar al Señor Jesús mucho mejor, sin
comparación, que todos los libros y todos los maestros. Ella nos enseña a
amarle tal como ella le ama. Y todo nuestro esfuerzo debe tender a que sea ella
sola, con nuestro corazón, la que ame al
Señor Jesús. Solo el alma poseída por el amor de Dios saca de ella
todo lo que le estorba. Todo se concentra en el amor de Dios. Y ahora ¡quién
ama más a Jesús pobre y crucificado, en el pesebre, que la Madre santísima!
Nadie en el mundo, ni entre los ángeles, ama ni ha amado tan ardientemente al
Señor Jesús como la Madre de Dios. La Inmaculada es el perfeccionamiento total
del amor divino en nuestras almas y el medio para acercarnos al corazón de
Jesús.
San Maximiliano M" Kolbe
Franciscano polaco, apóstol del Corazón
Inmaculado de María, fundó la Ciudad de la Inmaculada (Niepokalanów). Murió
mártir de la caridad en el campo de concentración de Auschwitz (1894-1941).
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