martes, 25 de septiembre de 2018

LE DEBEMOS TODO Y NO NOS PIDE NADA.


Anuncia la bondad de Dios. Siendo tú indigno de ello, él te acompaña, se lo debes todo a él, y no te reclama nada. A cambio de las pequeñas cosas que tú haces, te lo recompensa dándote grandes cosas. No llames, pues, a Dios simplemente justo. Si David le nombra justo y recto, su Hijo nos revela que es mucho más que bueno y suave: Es bueno con los malvados y desagradecidos.
¿Cómo puedes tú quedarte con la simple justicia de Dios al leer el capítulo sobre el salario de los trabaja­dores? Amigo, no te hago ninguna injusticia. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Vas a tener tú envi­dia porque yo soy bueno? ¿Cómo se puede decir sim­plemente que Dios es justo leyendo el capítulo del hijo pródigo que malgastó en una vida disoluta la riqueza de su padre, y por la sola compunción que le mostró, su padre corrió hacia él, se le echó al cuello y le dio pleno poder sobre todas sus riquezas? No es cualquiera quien nos dice esto sobre Dios, de modo que pudié­ramos dudar: es su propio Hijo; es él mismo quien ha dado de Dios este testimonio. ¿Dónde se encuentra, pues, la justicia de Dios? ¿No es en aquello de cuando éramos pecadores Cristo murió por nosotros? Si Dios ya aquí abajo se muestra compasivo, creemos que lo será por toda la eternidad.
San Isaac el Sirio
Monje y obispo, asceta, místico, escritor y teólogo (640-700).

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