Este ECCE HOMO, pintado en 1654 por Philippe de Champaigne, es una
visión trágica del mundo venidero en el que Dios se convierte en un “Dios
escondido” que desaparece en las estructuras racionales y económicas que están
desplazando a las que, hasta hace poco, manifestaban su presencia. Es una
visión profética que se asoma, horrorizada, a los cimientos de la actual crisis
religiosa: abandonado de sí mismo, el hombre camina a su antojo hasta que la
evidencia de Dios se desvanece ante sus propios ojos. Es una visión dramática
que no ofrece más alternativa que abandonar completamente a Dios, como entonces
los apóstoles, con el fin de abrazar el mundo o dejar completamente el mundo
con el fin de abrazar a Dios.
Este ECCE HOMO, arrojado al lienzo como un desafío lanzado al mundo que reivindica
representar el único punto de vista posible para el hombre. En esta composición
marcada por un austero clasicismo, donde la humanidad del rostro de Cristo nos
impresiona profundamente. El autor arroja ante nuestros rostros esta admirable
túnica carmesí que da a la pintura un aire casi sobrenatural. Ese pintor místico,
en una mandorla de rojo sangre, da testimonio de que hasta el fin de los
tiempos el “Dios escondido” nunca dejará de manifestar su gloria a los hombres
que, como Él, dan la mayor prueba de amor: dar
la vida por sus amigos (Jn 15, 13).
Pierre-Marie DUMONT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario