miércoles, 6 de marzo de 2013

SECRETO DE LA LONGEVIDAD



Cuando sus bodas de palisandro, celebrando sesenta y cinco años de matrimonio, e interrogados sobre el secreto de la longevidad de esa unión, esas personas contestaron: “Hemos nacido en un mundo que, cuando algo se rompe, no se tira. Se arregla.”
En nuestra época tenemos el sentimiento de que nada dura. Empezando por nuestro electrodomésticos. ¿Dónde están las lavadoras de nuestras abuelas, los corta-césped y los coches eternos de nuestros abuelos? Hoy todos esos aparatos a duras penas pasan del quinquenal. Esos defectos son buscados por los fabricantes y esa obsolescencia programada mantiene la demanda y la supervivencia de la sociedad de consumo. En cuanto un aparato no funciona, se tira y se compra otro. La mentalidad  nuestra del “todo, enseguida” está a la inversa de la mentalidad de aquel matrimonio. Las fábricas sacan a golpe de publicidad modelos no siempre mejorados pero distintos que hacen que el modelo anterior aparece come antiguado. Los móviles, ordenadores y juegos electrónicos en cabeza.
Todo eso parece como la crónica de una muerte anunciada. Es un despilfarro material y también humano, pues esa mentalidad se introduce en todos los dominios de la vida. Ya no solucionamos los problemas, los eliminamos. Y los matrimonios siguen ese desgraciado esquema. Las inevitables crisis conyugales se asimilan a un defecto de fabricación: directamente a la basura, sin preaviso ni tentativa de reconciliación. Porque todo tiene que ser siempre perfecto.
 ¿Debemos aprender a arreglar, a consolidar, a durar? Total: amar hasta las imperfecciones.

Anne-Dauphine JULLIAND  

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