martes, 6 de marzo de 2018

EL PODER DE LA FE.


Fijémonos en la lección del leproso. Ante el Dios que des­ciende y Se acerca a nosotros, él se aproxima y se arrodilla. Dios se abaja para mostramos su amor, pero solo nos damos cuenta cuando nos colocamos debajo de ese amor. Su amor siempre es anterior y más grande. Encontramos ese diálogo en el que se pone en juego todo el dinamismo de la fe: Si quieres, puedes limpiarme. El leproso expresa toda su con­fianza en Jesús, pero, al mismo tiempo, deja espacio a su libertad. Pjde, pero no exige. De esa manera nos enseña a ponernos ante la misericordia de Dios.

Jesús responde: Quiero: queda limpio. El querer de Jesús libera su poder. Jesús quiere damos la salvación, pero espera a nuestra fe. La fe abre el cauce para que el poder de Jesús circule libremente y limpie nuestro corazón. Pascasio Radberto señaló que si la fe es pura, «vivida en el amor, sostenida por la perseverancia, paciente en la espera, humilde en su afirma­ción, firme en su confianza, llena de respeto en su oración y de sabiduría en lo que pide, con seguridad escuchará en toda circunstancia estas palabras del Señor: Quiero».





David AMADO FERNÁNDEZ

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