martes, 13 de marzo de 2018

LAS CENIZAS.


Este tiempo fuerte del año litúrgico está marcado por el mensaje bíblico que se puede resumir en una sola palabra: «metanoeite», es decir, «convertios». Este imperativo es evocado en la mente de los fieles por el rito austero de la imposición de las sagradas cenizas, rito que, con las palabras: «Convertios y creed el evan­gelio», y con la expresión: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás», invita a todos a reflexionar sobre el deber de la conversión, recordando la inexorable cadu­cidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte. Esto es lo que constatamos cada día y que, por desgracia, nos hace tocar con la mano frecuente­mente dolorosos episodios.

La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestra mente a la realidad eterna que nunca pasa, a Dios que es principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. Efectivamente, la conversión no es más que retornar a Dios, valorando las realidades terrenas a la luz inde­fectible de su verdad. Es una valoración que nos lleva a una conciencia cada vez más clara del hecho de que estamos de paso en las fatigosas vicisitudes de esta tie­rra, y que nos impulsa y estimula a realizar cualquier esfuerzo para que el reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.


San Juan Pablo II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).
 

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