viernes, 16 de marzo de 2018

LA VOCACIÓN.


Escuchar a Cristo y adorarlo lleva a hacer elecciones valerosas, a tomar decisiones a veces heroicas. Jesús es exigente porque quiere nuestra auténtica felicidad. Llama a algunos a dejar todo para que le sigan en la vida sacerdotal o consagrada. Quien advierte esta invi­tación no tenga miedo de responderle sí y de seguirle generosamente. Pero más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado... Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comu­nicar a los demás la propia experiencia. Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes... Por eso, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo...
La Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos estamos lla­mados a la santidad, y solo los santos pueden renovar la humanidad.
San Juan Pablo II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).
 


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