martes, 20 de agosto de 2013

AYÚDAME, SEÑOR.


 

 
Ayúdame, Señor, para que mis ojos sean misericordiosos, para que no sospeche jamás ni juzgue según las apariencias exteriores, sino que sepa ver la belleza en el alma de mi prójimo y le ayude.

Ayúdame, Señor, a que mis oídos sean misericordiosos y me interese por las necesidades de mi prójimo y no me quede indiferente antes sus dolores y sus quejas.

Ayúdame, Señor, para que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable mal de mi prójimo, sino que tenga para cada uno una palabra de consuelo y de perdón.

Ayúdame, Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas acciones para que sepa hacer el bien a mi prójimo y sepa escoger para mí los trabajos más pesados y más desagradables.

Ayúdame, Señor, para que mis pies sean misericordiosos, para que me apresure a socorrer a m prójimo dominando mi propia fatiga y mi pereza. Que mi verdadero descanso sea servir a mi prójimo.

Ayúdame, Señor, a que mi corazón sea misericordioso y así sienta en mí todos los sufrimientos de mi prójimo. Mi corazón no rechazará a nadie. Iré frecuentemente al encuentro de los que sé que van a abusar de mi bondad, yo me encerraré en el Corazón misericordioso de Jesús. callaré mis propios sufrimientos.

 Que tu misericordia descanse en mí, Señor mío, Oh Jesús mío, transfórmame en ti, tú que todo lo puedes.

 

Beata FAUSTINA KOWALSKA.

 

 

1 comentario:

  1. Esta oración da paz en medio de un mundo lleno de egoimos y de personalismos.

    ResponderEliminar