domingo, 18 de agosto de 2013

LAS VIRTUDES TEOLÓGALES.



 

En el lenguaje actual la palabra ·virtud” ha perdido mucho de su significado. Para entender esto correctamente es preciso acudir a su sentido etimológico: en latín “virtus” quiere decir “fuerza”, la virtud teologal de la fe es la fe en tanto que es para nosotros una fuerza. La fe es la fuerza de Abrahán que no dudo en ponerse en camino, sin saber adónde iba. Solamente confiando en la palabra de Dios.

De igual modo, la esperanza no es una vaga espera difuminada y lejana. Sino esa certeza respeto a la fidelidad de Dios que cumplirá sus promesas; una certeza que confiere una inmensa fuerza.

En cuanto a la caridad teologal es la valentía de amar a Dios y el prójimo.

Esas tres virtudes teologales constituyen el dinamismo esencial de la vida cristiana. Ser cristiano no es frecuentar tal o tal práctica, ni seguir una lista de mandamientos y deberes; ser cristianos es, ante todo, creer en Dios, esperarlo todo de Él y querer amarle a Él y al prójimo de todo corazón. Así, constituyen un medio privilegiado de colaboración entre nuestra libertad y la gracia divina. Todo cuanto hay de positivo y de bueno en nuestra vida procede de la gracia divina, de la acción gratuita e inmerecible del Espíritu Santo en nuestros corazones.

Esas virtudes son a la vez un don de Dios y una actividad del hombre. Nadie puede decir “Jesús es el Señor” sin que el Espíritu Santo se lo conceda. Pero, al mismo tiempo, es también una decisión del hombre, un acto de adhesión voluntaria a la verdad.

Igualmente, la esperanza constituye una elección que a menudo requiere un esfuerzo. Es más facíl inquietarse, temer o desanimarse que esperar. Esperar es dar crédito, término que demuestra que no hay pasividad puesto que implica un acto.

El amor, la caridad, también es una decisión: cuando el deseo nos empuja a ello, el amor surge de modo espontáneo, pero muy a menudo amar significa “elegir” amar, o “decidir” amar. De otro modo, el amor solo sería emoción, superficialidad o egoísmo, y no lo que es, es decir algo que compromete nuestra libertad.

 

Jacques PHILIPPE.

 

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